Toloño

sábado, 26 de abril de 2014

Cueva de Mendukilo (Astitz)

La cueva de Mendukilo se encuentra en el pueblo navarro de Astitz, una vez llegado a Lekumberri esta muy bien indicada la dirección que hay que seguir para llegar a la cueva, entre Lekumberri y Astitz encontramos estas bonitas vistas de un molino y el río con su salto de agua.



Llegamos al parking y nos encontramos con este edificio donde se encuentra la recepción, taquillas y también baños.


Hay una zona para los más peques donde recrean una mini cueva, la visita guiada comienza aquí en la sala de audiovisuales con un vídeo de 15 minutos sobre la sierra de Aralar.


                              

Tras el vídeo hay que andar 2 minutos por este bonito paraje hasta la entrada de la cueva.



Un cartel nos indica el número de salas a visitar y las profundidades a las que vamos a bajar.


Esta es la entrada a la cueva, nos cuentan que en el año 2005 deciden hacer estas cuevas turísticas, porque con la entrada descontrolada de personas se estaba estropeando, se rompían formaciones, etc...
Se coloca la valla que se ve en la foto para impedir el acceso a las personas, a diferencia de la mayoría que tienen los barrotes en sentido vertical, esta las tiene de forma horizontal para facilitar la entrada y salida a los murciélagos que habitan en su interior.


Al principio llegamos a Artzainzulo(refugio de pastores): siendo la sala de entrada, le llega la luz natural y gracias a su espectacular volumen está bastante iluminada. Nos cuentan que hasta hace pocos años se utilizaba como establo de montaña. Esta cueva tiene una temperatura constante entre 8 y 9 grados.


En esta sala veremos las primeras y modestas formaciones geológicas. Al final de la sala penetraremos en Jentileio (ventana de los Gentiles) para descender unos 30m hasta las entrañas de la cueva. Estamos en Hartz-zuloa (osera). Esta sala hace de distribuidor ya que desde aquí se accede al resto de las salas.


Llegamos a Laminosin (Sala de los lagos): el mayor atractivo de esta sala es la increíble cantidad y variedad de formaciones geológicas que posee: estalactitas, estalagmitas, columnas... podremos observarlas de cerca a nuestro alrededor. Hay varias zonas de agua en las que se puede percibir las corrientes de aire.

                            


Tenemos la oportunidad de ver un pequeño murciélago durmiendo, en esta zona se han encontrado 16 especies diferentes de murciélago. Algunos invernan durante meses.


Ahora bajamos a Herensugearen gotorlekua (La morada del dragón): lo que caracteriza a la última sala que visitaremos es su descomunal volumen (60m de largo y en algunos puntos, 20m de altura). En este punto nos dejan 20 segundos totalmente a oscuras y en silencio para escuchar la cueva en silencio.

                             



Después iluminan solamente esta zona que más que forma de dragón tiene de cocodrilo.



Andando más adelante por la pasarela flotante podemos llegar a observar los tres reyes magos.




Hay alguna zona con colores negros en las formaciones y se cree que es debido a un gran incendio en la superficie hace 50 años. Esas cenizas fueron absorbidas por el agua y depositadas en el exterior de las formaciones.


A pesar de que no se visitan, la cueva posee otras dos salas: la primera denominada del Guerrero, es una sala ascendente de gran volumen y 80m de longitud; la segunda, un estrecho tubo descendente denominado Intxisuen gordelekua (Galería del caballo). Además de estas dos, Laminosin posee una última sala que no se visita.

                          

Desde aquí nos dirigiremos de nuevo a la superficie, para finalizar nuestra visita a la cueva.


Fin de la visita a la cueva.



Tras la visita a la cueva vamos a visitar el conocido santuario de San Miguel de Aralar construido en el siglo IX, situado en una zona alta, hay que subir en coche por preciosos bosques.



Cuenta la leyenda que:

En Navarra, antes de existir los reyes de navarra vivía en el valle de Goñi un caballero llamado Teodosio, Buruzagia de la comarca, casado con Dña. Constanza de Butrón. Poco después de casarse, Teodosio tiene que abandonar su casa para dirigir la lucha contra los árabes.
Dña. Constanza quedó sola en su palacio con los padres de Teodosio, a los que tuvo la deferencia de hacerles dormir en la habitación señorial, pasando ella a otra más pequeña. Cuando Teodosio volvía victorioso a su castillo, se le apareció el diablo disfrazado de Basajaun ("El Señor de los Bosques") que le hizo creer que su mujer le engañaba con un criado.
Teodosio, fuera de sí, se lanza a galope hacia su casa. Al amanecer penetra en su palacio y se dirige decidido y enfurecido a su habitación matrimonial con la daga desenvainada. Entra en la alcoba y apuñala reiteradamente a las dos personas que dormían en su lecho convencido de que eran su esposa y el amante de ésta.
Creyendo haber vengado el agravio, sale de casa y sobrecogido se encuentra con su esposa que salía de misa. Aterrado, conoce que quienes dormían en su cama y a quienes había asesinado eran sus padres. Atemorizado por el crimen, va a Pamplona a pedir perdón al Sr. Obispo quien, horrorizado, le envía a Roma para que sea el propio Papa quien le absuelva de su pecado.
Teodosio, arrepentido, va de peregrino a Roma y el Papa le absuelve, poniéndole como penitencia el arrastrar unas gruesas cadenas hasta que por un milagro divino se le desprendieran. Esto sería el signo inequívoco del perdón divino.
Teodosio, estando retirado en Aralar, un día vio salir de una sima un gran dragón que amenazaba devorarlo. Teodosio, indefenso, cayó de rodillas e imploró la protección de S. Miguel, exclamando ¡San Miguel me valga!.
En aquel momento, entre gran estrépito, apareció el Arcángel, quien mostrando la cruz sobre su cabeza venció y mató al dragón al grito de ¡Quién como Dios! Nor Jaungoikoa bezala!
En aquel mismo momento, Teodosio quedó libre de las cadenas, perdonado por Dios, que le dio una reliquia.
Ya libre volvió a su casa de Goñi donde le esperaba su esposa. Y ambos, agradecidos a Dios, erigieron un santuario al Arcángel en lo alto de Aralar, al que llamaron San Miguel in Excelsis.










No hay comentarios:

Publicar un comentario